viernes, 21 de noviembre de 2014

Detenernos para saber hacia dónde queremos ir


La vida nos somete a un vértigo constante y la ambición por progresar y por alcanzar el éxito, hace que el tiempo pase y nos olvidemos de preguntarnos quiénes somos y hacia dónde vamos, CUÁL ES NUESTRA VERDAD. Quizás te lo tienes que haber preguntado alguna vez. Dejamos de contemplar la naturaleza, la inmensidad del mar, el esplendor del sol o la belleza de un atardecer. Y la pregunta es: ¿por qué lo hacemos? ¿Es que hemos perdido el rumbo? No olvidemos nunca la esencia de nuestra vida, reflejada en esa hermosura interior que adorna cada ser humano y que se pone de manifiesto cuando nos encontramos con lo mejor de nuestra persona.

Hay que detenerse, hay que reflexionar y hay que luego ir a la búsqueda de nuestra verdad, construida a partir de nuestros auténticos valores. Y al encontrar respuestas a lo que queremos para nuestra vida, mediante el hallazgo de metas y objetivos, a corto y mediano plazo que colmen nuestras expectativas, nos conducen imperceptiblemente al encuentro de nuestra misión en la existencia y a través de ese camino, a definir con claridad, cuál es nuestra verdad.

Existen, tantas verdades como seres humanos habitan este planeta Tierra. Y esto no hace otra cosa que ratificar la singularidad de cada hombre y de cada mujer y el mandato de descubrir esa verdad que nos guiará por los caminos de la vida, determinando nuestra actitud frente a los balances periódicos a los que nos enfrentamos cuando tenemos la disposición de mirarnos en el espejo del alma. Pero esa verdad tuya, la mía, la de cada uno de nosotros, tiene que estar llena de contenido, tiene que estar rebosante de alegría y de ilusiones, de poder alcanzar y disfrutar plenamente del logro de esas metas y objetivos que son la motivación fundamental  de nuestra existencia. Sea en el área de los afectos, espacio de capital importancia para el desarrollo de un equilibrio emocional adecuado para el ser humano, o en cualquier otra área con la cual interactuamos diariamente, la presencia y la compañía invalorable de lo que es nuestra verdad, es una antorcha cuya llama ilumina y acompaña cada una de las decisiones que tenemos que tomar en esta aventura apasionante que es vivir de acuerdo a nuestros propios modelos.

¿Y qué implica nuestros propios modelos? Implica que tenemos que trazarnos no solamente un plan de acción, no solamente una hoja de ruta, sino que tenemos que plantearnos un trayecto en el cual nunca debemos olvidar el papel de capital importancia que juego el cuidado de nuestra salud física y emocional. 

Y puede suceder que tú no tengas claro todavía cuál es tu verdad. Entonces tienes que utilizar ese atributo natural, muchas veces relegado a un segundo plano, que es la VISUALIZACIÓN. Tú puedes imaginarte proyectándote de aquí a un tiempo y tratando de representarte la imagen de tu persona acompañada ahora del contenido de tu propia verdad. Cómo quieres estar de aquí a un tiempo, qué es lo que vas a hacer para poder estar de esa manera o por lo menos para poder aproximarte a eso que tú hoy estás deseando para ti de aquí, por ejemplo, a seis meses. ¿Y por qué es esto? Porque muchas veces tenemos en nuestra mente, ideas, ilusiones, sueños, proyectos y pasa un día y pasa otro y pasa una semana y pasan dos y pasan tres y siempre nos quedamos con esa ilusión y con ese proyecto y nos cuesta enormemente dar ese último paso que es pasar a la acción. 

Y las firmezas de tus decisiones y la solidez de tus pensamientos se verán  profundamente beneficiados en la medida que tú tengas esa verdad que no es otra cosa que la definición de lo que tú quieres para tu vida, que va a ser el mapa que te va a guiar y que te va a proteger de errores u omisiones que puedas cometer en ese ejercicio de vivir al máximo tu existencia. Porque aquí la idea no es quedarse quieto; es todo lo contrario. Es estar generando ideas y proyectos pero que tengan un contenido lógico. Y para que tengan un contenido lógico, primero tienes que detenerte, y no importa la etapa de la vida en que estés, tienes que detenerte para saber hacia dónde quieres ir, qué es lo que tú pretendes de la vida, qué es lo que tú quieres que la vida te devuelva. Porque lo que tú le des a tu vida vas a recibir en consecuencia el retorno de eso que tú has entregado.

Y cuando hablamos del encuentro con lo mejor de nuestra persona, que es en definitiva lo que sucede cuando yo me planteo qué es lo que quiero para mi vida, me voy a encontrar con lo mejor de mi persona y también me voy a encontrar con mis debilidades. En esa confrontación, seguramente, van a aparecer elementos negativos y es altamente enriquecedor que esto así suceda. Y cuando hablamos de encontrarnos con lo mejor de nuestra persona, nos estamos refiriendo a construir una relación de amistad genuina, ¿con quién? Con nosotros mismos. ¿Para qué? Para que nos lleve a conocernos realmente y a aprender a respetar nuestras aspiraciones que naturalmente cambian a medida que nuestra vida se va desarrollando. 

Enarbolando tu verdad, defendiendo tus principios y valores, empiezas a minimizar la posibilidad de equivocarte. No es una garantía absoluta. ¿Por qué? Simplemente porque en la vida no hay garantías de ningún tipo. No podrás cambiar las situaciones externas a ti; sí podrás trabajar sobre tu actitud, sí podrás trabajar sobre la manera de reaccionar frente a esas agresiones de la vida cotidiana. 

Encontrar nuestra Verdad, es darle sentido a nuestra vida.

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