martes, 25 de febrero de 2014

¿Amor. . .o necesidad?

A la luz de los acontecimientos que vemos habitualmente a través de los medios de prensa, a través de la información que nos llega de la violencia doméstica, del mundo en general, lamentablemente estadísticas que marcan números crecientes en ese sentido, vale la pena preguntarse: ¿ en ese tipo de relaciones y quizás en muchas otras que no llegan a esos extremos pero que sin embargo son relaciones difíciles de sobrellevar, existe el amor o en lugar de existir el amor, existe una necesidad que puede tener varias razones, varias causas? Puede ser una necesidad de compañía por un temor excesivo o irracional hacia la soledad, puede ser una necesidad de cobertura económica porque la persona, por distintos motivos no logró desarrollar ninguna actividad ni habilidad como para poder defenderse en la vida independientemente del vínculo supuestamente amoroso, también la necesidad puede obedecer a un déficit importante de autoestima, a una falta de confianza para afrontar los desafíos de la existencia.
Yo creo que la mayor parte de las personas que lamentablemente atraviesan por esta situación, no se han planteado estas preguntas: si verdaderamente hay un amor o si lo que existió quizás desde un comienzo, fue una necesidad de que la otra persona pudiera cubrir una serie de carencias o debilidades que han marcado la personalidad de esa mujer – generalmente - que durante muchísimo tiempo e ilusoriamente creyó quizás de que esa figura masculina no solamente iba a ser su compañero de vida sino que también iba a cubrir todos esos aspectos que por distintos motivos ella no pudo cubrir.
El final de la historia lo conocemos. Ni esa persona cubre las necesidades, ni esa persona respeta los límites que naturalmente todo ser humano tiene, los invade permanentemente, manipula de todas las maneras posibles a su víctima, primero desde las formas más sutiles y cuando por alguna razón la persona se rebela, entonces aparece abruptamente la violencia física, que suele ser durante mucho tiempo de castigos corporales hasta que finalmente en un estado de enajenación, puede terminar con lo que vemos habitualmente horrorizados.
Pero nosotros conocemos generalmente el final de la historia, conocemos la noticia, el titular, pero hay detrás de eso toda una serie de hechos que posiblemente la víctima, que finalmente termina muriendo, desconoció, no quiso ver, o no le dio la trascendencia que podía tener y que llevaron finalmente a que culminaran en esa situación tan lamentable. 
Lo que tenemos que preguntarnos es el por qué. ¿Por qué las personas creen, más allá de su espíritu conciliador? ¿Por qué creen ilusoriamente que el otro va a cambiar?  Y,  si una persona ha sido violenta una vez, va a volver a serlo por más promesas que haga, porque esa violencia está enraizada en el centro de su ser y frente a cualquier contrariedad o frente a cualquier situación que no esté de acuerdo con sus principios, con sus conceptos y con su manera de observar la realidad, su reacción volverá a ser la violencia. 
Y la violencia tiene una serie de escalones. También existe durante muchos años, la violencia psicológica que es tanto o más dañina a veces, que la física, porque destruye literalmente la autoestima de quien sufre ese acoso permanente.
Y… a veces, la necesidad de complacer y de vivir para que el otro se sienta bien, culmina en el abandono de nuestro propio esquema de vida y nuestro esquema de desarrollo personal. ¿Y eso por qué sucede? Porque todo parte de una creencia errónea de que tratando de que el otro se sienta bien y renunciando a todo lo que yo necesito, estamos demostrando un amor y una entrega sin límites. Y no es así. No es así porque no solamente quien recibe todo esto no lo interpreta de esa manera, sino que cada vez va tomando más territorio, más terreno, y cada vez va exigiendo más de la otra persona;  llega un momento que ya no tiene qué dar, porque dio todo y se encuentra en ese límite y en ese abismo donde ya no  sabe cómo manejarse para que la otra persona se sienta bien.
Y en este tipo de vínculo, no cuesta demasiado darnos cuenta de quien dirige y quien es el dirigido. ¿Por qué? Porque desde el comienzo está desvirtuado el concepto del amor. Es más, el amor no existe. Porque el amor está íntimamente ligado al derecho indiscutible a ser libre y compartir lo que uno quiere con la otra persona, pero no solamente lo que uno de los dos desea o necesita para sentirse bien.
Cuando alguien ama a otra persona de verdad, el respeto por el otro se demuestra justamente evitando la opresión. Es una vida de a dos. Son decisiones que se toman en conjunto. Son temas que pueden tener diferentes opiniones, pero que en definitiva, hay que hablarlos y hay que tratarlos.
La autovaloración me parece que es un instrumento eficaz para evaluar las situaciones por la que estamos atravesando.
Si tú estás en una situación parecida, párate frente al espejo y pregúntate si tú te mereces este tipo de vida y este tipo de trato. Y si tú te valoras como ser humano con derecho al bienestar, espontáneamente va a nacer dentro de ti la necesidad de cambiar ese escenario.
Yo creo que como sociedad, como seres humanos, tenemos la responsabilidad de frenar esta escalada creciente que nos horroriza, porque realmente habla muy mal de cómo estamos estructurados como sociedad, y realmente, ES UNA TAREA DE TODOS, de cada uno de los integrantes de la sociedad, de mirar hacia sí mismo primero, y hacia al lado después, para ver cuál es la situación de mi semejante y qué puedo hacer para extenderle una mano para poder ayudarlo.



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